La semana pasada nos fuimos todo bachiller de excursión a hacer el descenso del Sella. Tuvimos un trayecto de autobús un poco largo. Cuando llegamos nos dejaron ir a
cambiarnos a unos vestuarios. Seguido de esto nos dieron todo el equipamiento que
íbamos a necesitar. Y cuando ya estábamos con todo listo nos explicaron todo lo que
necesitábamos saber para poder hacer el descenso.
Con los nervios a flor de piel nos llevaron a la salida donde íbamos a impartir esta experiencia.
Tiempo después ya estábamos todos en el agua, nos repartimos en canoas de dos, con tres monitores y algún profesor que también se animó a participar.
Íbamos a recorrer dieciséis kilómetros en total. Empezamos haciendo ocho kilómetros, con alguna parada de por medio. Hasta ahí iba todo perfecto, lo estábamos disfrutando realmente. A la mitad del recorrido, es decir, a los 8 km, nos paramos a comer, llevábamos cada uno nuestra comida en el bidón que estaba dentro de la canoa. Para ello nos bajamos y nos juntamos todos en un prado. La verdad que estábamos todos tiritando y con mucho frío, ya que por el camino hubo algún graciosillo que se dedicó a mojar a la gente. En esos momentos lo único que queríamos era ducharnos con agua caliente y cambiarnos de ropa. Pero para nuestra desgracia todavía nos quedaba medio recorrido para poder hacerlo. La mayoría nos subimos otra vez a las canoas sin muchas ganas, nos dolían ya las manos y brazos. Pero pese a esto seguimos con la esperanza de llegar. Una vez en camino no fue tan mal como nos pensábamos. Eso sí, hubo algún percance. Algunos compañeros volcamos
con la canoa, ya que en las bajadas rápidas había poco espacio y éramos mucho.
Además de nosotros había un grupo de Formación Profesional y algunos extranjeros. Por suerte no le pasó nada a nadie, todos llevábamos chalecos salvavidas y el río no era de mucha profundidad. Y esto solo quedó en una anécdota con la que ahora nos reímos, pese a
que en su momento se pasa mal.
Recomiendo mucho ir. Yo fui hace un tiempo con mi familia, y pensé que no me lo iba
a pasar tan bien como la otra vez, ya que ya lo había hecho. Pero me equivoque al
completo. Es una experiencia que pocas veces se puede hacer y en donde realmente
pasas un muy buen rato. Pero os aconsejo que no hagáis todo el recorrido, a no ser
que de verdad quieras. Pero si piensas ir por la experiencia, con amigos, solo,
familiares o quien sea, yo haría la mitad de el recorrido. Ya que entero se hace un poco
pesado.
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